Hay días tontos de vez en cuando.
Tal como yo lo veo, independientemente de cuál sea tu foco, todo es un poco como subir una montaña.
Plantéatelo como un reto (todo es un reto en potencia) y obtendrás un nivel base de subidón. La sola idea de perseguir algo más grande que tú anima, empuja a seguir adelante. No obstante, hay días en los que aunque no ocurra nada (o quizá porque no ocurre), todo parece más feo.
Esta semana he escuchado una entrevista a John Crowley. Ahora que lo pienso, es fácil que la culpa del estado bajonil tenga que ver con dicha entrevista.
El consejo de John para cualquiera que busque aprender a mantener el foco y la energía en el problema es afrontar la adversidad. Añade, que no es necesario buscar dicha adversidad. Puede que tu vida parezca ajena al conflicto, puede que creas que nunca tendrás que pasar por algo como lo que sufrió John pero, en realidad, la adversidad es algo muy subjetivo y puedes estar tranquilo, tendrás tu parte.
Dos de los hijos de John nacieron con la enfermedad de Pompe, incurable y mortal. Fue averiguarlo y empezar a investigar, dejar su carrera como consultor y crear una compañía de biotecnología cuyas investigaciones salvaron a los dos chicos.
Así sí.
Si te suena de algo, puede que sea porque hicieron una película de la historia. Yo, que no he visto la peli, recordé a Romuald Fons (aventura sobre la que escribí aquí). No es ni de lejos tan dramática como la de John, y esto que claramente debería ser una ventaja, para mí le resta potencial épico.
Cuanto mayor es la tragedia a superar, mayor es la historia.
Cuando la historia acaba bien, que esa es otra.
Hay un extra en la historia de John y es que las circunstancias le llevaron a meterse en biotecnología, un sector que estaba despegando entonces. No es que sea importante teniendo en cuenta lo que había conseguido, pero el éxito financiero que acompañó su aventura ayudó a que la historia fuera incluso más épica.
Que poco apasionante parece un martes cuando no estás salvando a miles de personas de una enfermedad mortal e incurable.
No obstante, tampoco tiene por qué darse una situación tan extrema, tenemos el caso de JD Vance. Estoy leyendo sus memorias (para mayor dolor, este chico tiene prácticamente mi edad), Hillbilly Elegy, se titula el libro.
Desde fuera es una historia de superación para nada comparable con la de John. Ni siquiera es comparable con miles de historias que ocurren cada día protagonizadas por chavales que salen adelante pese a haber nacido en núcleos urbanos desfavorecidos. Al menos, el autor no tiene pretensión de serlo y he de decir que me está gustando.
Lo que ha llamado la atención sobre la historia de Vance, lo que ha conseguido que su historia sea épica (y un best-seller), es que apela a la sociedad americana de hoy. Describe cómo es el mundo de los blancos que viven en el interior y trabajan en la industria (Blue-collar whites, que se les llama) y esos blancos han recibido mucha atención tras las elecciones de US. Todo esto ha hecho que la historia de Vance destaque sobre miles de otros libros.
En medio de un día tonto, con el libro este todavía en mi mesilla y el recuerdo fresco de la entrevista a John Crowley, me meto a escuchar una charla y el ponente decide compartir su consejo sobre cómo triunfar: El truco es dedicar todo tu escaso tiempo y energía a algo que tenga el potencial de ser muy grande en el futuro.
“Más fácil decirlo que hacerlo”, concede el ponente.
Tal y como yo lo veo, tienes que dedicarte a algo que sea más grande que tú, un poco como hizo John. Eso te asegura adversidad antes o después. Hecho esto, hay que contar con que habrá días que simplemente estés de bajón por la razón que sea. Finalmente, tener claro que lo único que hay que hacer es seguir.
John no dijo que el truco para tener energía y foco fuera sufrir la adversidad y superarla. Sufrirla, no huir de ella, conseguirá que pase. Dos cosas pueden ocurrir entonces: La primera es que llegue el momento en el que eso en lo que estás trabajando despegue. El libro de Vance habría tenido una acogida más tenue hace 10 años, le habría tocado esperar. La segunda es que no despegue y uses toda esa resistencia y foco aprendida en otra cosa (o en una modificación de esa misma cosa). Y así, una y otra vez.
Como dijo Amanda Palmer: “Cuando llega tu momento nunca es tarde.”
ECUACIÓN DE ÉXITO:
Acción+ sacrificio= potencial recompensa.
ECUACIÓN FRENTE AL FRACASO:
lección aprendida+ nuevo enfoque + nueva acción = potencial recompensa.
voy ha pasarme unos pocos días pensando en lo del super poder por el que optaría,porque cagar datos supongo que no vale,a saber a qué huele eso.
Sólo puedo decirte que el mensaje de la tercera de las viñeta hace que me recorra frío por el cuerpo…. “desaprovechar la vida en tonterías mientras se pueden hacer cosas muy grandes”… ¡qué fatiga!. ¡Toma bofetada!